martes, 3 de enero de 2012

Evaristo, rima fácil con listo.

Por tercera, cuarta, quinta o sexta vez volvió a maldecir al cacahuete que caía al suelo obligándole a coger el último. "El último, último", se prometió otra vez. Hacía tres cervezas que comía cacahuetes de manera incontrolada y se mentía a si mismo acerca de su manera de pasar el tiempo, diciéndose que los frutos secos eran una buena fuente de energía recomendada por los nutricionistas deportivos con lo que compensaba la desmesurada ingesta de alcohol. Además, se decía y se mentía, aunque en esto se mentía cada quince segundos, este cacahuete era el último. Entre el borbotón de ideas provocado por la cerveza pensaba tonterías como que los americanos se habían apoderado de las "Leyes de Murphy" al bautizarlas; y sin embargo, si Colón había descubierto América por casualidad, los propios americanos existían gracias a una de esas leyes, por lo tanto anteriores a ellos. Pues bien, una de aquellas leyes del tal Murphy, americanas o no, se empeñaba en que siempre hubiese un cacahuete podrido o que se caía al suelo al llevarlo a la boca por lo que siempre tenía que coger el último puñado después del último, y tras el último antes del último se quedaba sin cerveza para acabar los cacahuetes, lo cual le acababa "obligando" a pedir la última "birrita"- con diminutivo sonaban mejor....
Llevaba en las barras de los bares tanto tiempo que en unos carnavales, tras gastarse una fortuna en un disfraz que no permitía ver ni un centímetro de su piel, se había llevado un sorprendente bofetón de realidad cuando una conocida, acercándose directamente a él. sin vacilar, le llamo por su nombre diciéndole: "Jajaja, muy bueno el disfraz, Evaristo...."
- Cómo, ¿me has conocido?, dijo alegrándose de llevar la máscara para ocultar su decepción.
- Pues claro- dijo "la Jennie", como la llamaba él sin que ella lo supiese- estás apoyado donde siempre en la postura de siempre, amarillo y con estrellas: ¡¡¡Mahou, Evaristo...!!! o "Evaristo Mahou", como te llaman por aquí, dijo ella pasándose de lista- o de idiota- pensó él....
Echándose a la boca "otro" último cacahuete le venía a la mente una y otra vez aquel día y aquello de "Evaristo Mahou"; y desistiendo por primera vez de apartar de su mente aquel recuerdo, pensó que "otro" último cacahuete u "otra última cerveza" le habían concedido aquel apodo, el cual, pensó riéndose de si mismo, estaría bien o al menos tendría un sentido menos mordaz, que viene de mordisco, si trabajase como camarero o como repartidor de cerveza.
Hacía ya seis años que no trabajaba en nada y hacía cinco que vivía con y de sus padres - me quedo un año como mucho- se había prometido....
Todo empezó dos días después de haber cumplido cuarenta años, y tres meses después de haber perdido su cuarto trabajo en un año, tomaba "otra" última cerveza con Sandrita- sí, hace ya seis años que tomas otras últimas cervezas, se dijo en un honesto momento de franqueza- cuando ella le dijo esas palabras que todo hombre odia oír, pues sabe que son la calma que antecede a la tormenta:
- Tenemos que hablar, Evaristo....
- Llevamos un rato haciéndolo, ¿no?- dijo él esperando, o en realidad solo deseando, que ella le fuese a decir algo así como que tenía que dejar de tomar la píldora.
- Quiero que te vayas, lo siento pero no me aportas nada......
Entró en el bar en aquel momento "Manuel el Chollos" para despertarle de su ensimismamiento y hacerle olvidar, por un momento al menos, como aquellas palabras de Sandrita habían sido el comienzo del terremoto que acabaría convirtiéndolo en "Evaristo Mahou".
Manuel el Chollos había sido un ídolo de juventud de Evaristo al que éste recordaba siempre acompañado de las mejores chicas. Se dedicaba a poner copas en los bares más populares y todo el mundo quería ser su amigo y ser visto en su compañía. Ahora, "El Chollos" era una caricatura de si mismo con más de cincuenta años, iba disfrazado de jovencito y hacía mucho tiempo que había dejado de servir para servir copas, dado que parecía más un espía contratado por los padres de los clientes que el personaje de encanto irresistible que había sido.
Algunos hosteleros, antiguos empleadores/admiradores, le encargaban chollos como ir a comprar limones para las copas y le dejaban sisar las vueltas para poder comprar tabaco. La vida nocturna y sus fracasos, le habían convertido en un alcohólico sin remedio que vivía con una madre que lo había adorado como el hijo único que era, y a la que había despreciado tanto en su antigua vida de poblador de la noche, como ahora la necesitaba para sobrevivir. Evaristo suponía que se arreglaban con la exigua pensión de la vieja para malvivir los dos.
Mientras observaba a  "El Chollos" pensó que quizás estaba viendo a "Evaristo Mahou" al cabo de diez años....
- Hoy, la Mahou y los frutos secos me están haciendo efectos extraños- pensó nuestro hombre al sorprenderse viendo a otro fantasma del pasado, aunque éste solo se encontraba en el interior de su mente.......
 Hacía siglos que no había vuelto a saber nada de Germán, un compañero del colegio que siempre suspendía todas las asignaturas, al que nadie elegía para su equipo de fútbol y al que las chicas despreciaban.  Un día, Germán, además de los libros trajo a clase algo que no había traído hasta entonces, traía una mirada distinta, llena de determinación; comprendió Evaristo ahora recordando aquel día.
A partir de entonces, el cero a la izquierda que había sido siguió siéndolo a nivel personal, pues no empezó a gustar a las chicas ni a jugar bien al fútbol, pero sí se convirtió en el mejor estudiante de la clase; y así seguía cuando sus destinos se separaron para ir a la universidad. Germán, consciente de que el estudio solo precisaba esfuerzo, mientras Evaristo se dirigía, o mejor dicho parecía dirigirse, a algún sitio con gran determinación y posibilidades de éxito.........
- Evaristo Mahou, jajaja.....¿tomas la última?- oyó decir a la Jennie su pregunta favorita-
- Llámame Germán- se oyó decir sorprendido tanto por sus palabras como por la reacción que provocaron en la parroquia de habituales. Cogiendo otro cacahuete lo volvió a arrojar en la fuente y se dijo- el último era el anterior....
 Salió del bar- ésta vez sí, se dijo, por última vez-. Y por la entonación de su monólogo presintió que así sería........

1 comentario:

  1. Nunca defraudan tus entradas en este blog.
    Esta vez la encuentro cotidiana. Me recuerda muchas cosas...el último cacahuete y la última cerveza. Llegó un día a ser la última almendrita y la última cervecita. Son interesantes los episodios de la vida anónima que relatas. Algún día se podrían poner en órden y ver el resultado final, que no podría ser mas admirable y satisfactorio.

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